jueves, 2 de mayo de 2013

L.3. Web 1.0, 2.0 ó...



A estas alturas, diferenciar la Web 1.0 de la Web 2.0 no nos resulta complicado. Estamos habituados a utilizar ambas herramientas y, aunque ahora, apreciemos notables diferencias, hay que reconocer que el cambio fue gradual y suficientemente paulatino como para no suponer una ruptura traumática. Es cierto que si hace veinte años nos hubieran hablado de las posibilidades de la web que conocemos hoy día, probablemente no lo hubiéramos creído. Personalmente creo que durante los primeros años la mayoría de los consumidores, entre los cuales me sitúo, estábamos más ocupados en ver qué nos mostraban a este lado de la pantalla, que en saber qué había detrás de las tres W. Esas primeras páginas estáticas en tonos grisáceos, arena, sepia… colores neutros con enlaces resaltados en azul; esos sitios que mostraban información pero que no dejaban la posibilidad de interactuar (salvo algún caso de formulario, encuesta o similar); ese discurso lineal y jerárquico de emisor frente a receptor se fue desvaneciendo para ir progresivamente poniendo a disposición de todos los usuarios los contenidos que había ido nutriendo la web durante los años anteriores.
Comienza la sociabilité y la web se va transformando en una gran plataforma de interacción colaborativa, de aprendizaje y de reunión. Aparece el diálogo, el intercambio, la convergencia de medios de comunicación y contenidos, se incorporan nuevas herramientas para articular y facilitar la creación y el consumo de información a la vez y surgen nuevos retos. En poco tiempo, las contribuciones a la web crecen exponencialmente lo que provoca la aparición de nuevos retos. Entre ellos destacaría la dificultad para reutilizar los contenidos, en muchas ocasiones publicados sin orden ni concierto y, por lo tanto, difícilmente clasificables por las máquinas. La estandarización mediante normas internacionales ha venido a solucionar parte de este complejo entramado y, en mi opinión es uno de los valores que marca un nuevo punto de inflexión en ese continuo cambio de tendencia al que está sometida la web. Este parece ser el camino hacia la siguiente versión, la Web 3.0.
Llegados a este punto lo que se me ocurre es cuestionar hacia dónde tiende esa nueva web, ¿hacia la nube…?; ¿en qué tipo de dispositivo si ya tenemos hasta gafas?; si ahora se gestiona el contenido, mañana se gestionará la creación y por quién. Con frecuencia se habla de descentralización y democratización al referirse a la web 2.0 pero ¿cuántas plataformas que presumen de esto están más que identificadas con determinados valores económicos y culturales?. En definitiva, Web 1.0, 2.0 ó 3.0 ¿evolución o revolución?. Si tomamos como definición de revolución aquella que se refiere al “giro o vuelta que da una pieza sobre su eje” o al “movimiento de un astro a lo largo de una órbita completa”, volveremos a nuestro punto de partida.
Aquí dejo estas cuestiones planteadas por si alguien se anima a imaginar o a consultar el oráculo.

1 comentario:

  1. Dices "En definitiva, Web 1.0, 2.0 ó 3.0 ¿evolución o revolución?" Pues a mi modo de ver has puesto el dedo en la llaga, entre la 1.0 y la 2.0, es mas bien una revolución, existe todavía la web 1.0 llena de páginas estáticas, pero el foco absoluto es ya el mundo de la red social. No estoy tan seguro de que el cambio sea tan abrupto con la 3.0, puede que exista una web de agentes inteligentes, pero siempre en un contexto social.
    Gracias por tu post.

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